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La veo.

La veo y desaparesco dando vueltas sobre mi propio eje. La veo y explota dentro de mí todo lo posible. La veo y me enamora. La veo y me reflejo. La veo y la reconosco, y me aprendo sus detalles y quiero estar cerca de ella, muy cerca. La veo y quiero comerla. La veo y deseo guardar esa imagen hermosa en mi cabeza. La veo y perdura. La veo y la amo. La veo. No puedo dejar de verla. No quiero dejar de verla. Amo estar allí, olerla. Descifrarla. Probar sus sabores. Embriagarme de sus gestos, besos y caricias. Dormir en sus brazos y ella en los míos, en mis abrazos. Tocar cada fibra de su corazón con mayor delicadeza que la  del mejor de los cirujanos. Darle todo lo que tengo y quedarme vacía y rellenar de amor cada huequito. Ser la letra que conoció, y aún mejor, la mujer que merecemos. Agredecida en cada suspiro profundo, hondo, íntimo. Con placer, gusto y deseo. Sin disgusto o malentendido, todo con las enormes ganas que se t

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